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viernes, 25 de septiembre de 2009

Mi amigo Alejandro.. y su Imperio Aztlan.


Yo Alejandro quien os AMA…
O si preferís… Yo: El Hombre PájaroSerpiente que prolonga sus sentí-
dos hasta el Arcoíris…
Yo, como aquí os relato: cansado de oír tantas barbaridades y… mentiras.
De sentir y sentirlos humillados… vasijas de barro… cacharros rotos.
He sentido necesario ¡recuperar mi Identidad de Pájaro…! y reclamar para mí lo
que seguramente me pertenece…
Quinientos años pensándose Dioses… y para mí, los Dioses, eran sin duda sus
Caballos… seres incomparables sin iguales, como ningunos… llegando desde
los Mares, tan bellos y tan puros que es imposible olvidar la alegría que me
causo el verlos…
¿Qué es un penacho…si puedo conseguir a cambio un Potro?...
¿Traidor?... ¿arrojarme piedras mi Pueblo a mi?... ¿quién puede… tener el
Derecho sin recordar a aquella por la que se detuvieron todas las piedras?---
Alguno puede pensarlo siquiera… ¿sin recordar las propias culpas?...
Sin recordar: ¿Que en alguna pagina del Libro, que bien vinisteis a hacernos
Conocer, dice: que vuestros pecados os alcanzaran?...
O no es acaso eso… el no poder ocultarse a la cara de Dios… lo que es tan
vergonzoso, en el paraíso Perdido de Eva… o en el tratar de ocultar la sangre
del hermano, ese soplo de Aliento, significado del nombre de Abel lo que hace
de la tragedia de Caín ¿tan tremendamente, cruel? ¿Tan desgarrador por no
poderse ocultar… tan sin nombre por ser un reguero, tortuoso, caliente, impo-
sible de borrar sobre la propia herida de la Madre (¿abuela?)…
Veo las manos manchadas de Caín… veo su brutalidad sin nombre, el cuerpo
bañado de ese liquido rojo, que por primera vez corre como un río… olor
metálico del hierro , que provoca nauseas… y después: que no será el
ultimo en tratar de ocultar su crimen…
Porque un Penacho por un Potro… ¡eso si: que no es Pecado!
Pero arrojar la piedra, creyéndose inocente: si lo es.
Y por cierto… bien haríais de devolver lo que tan mal y con tantas malas
Artimañas habéis conseguido… que el Penacho no es del Gobernante ac-
tual, impuesto por vosotros, que en estos artilugios y entierros no tiene,
ni porta vela alguna…
Sino, más bien, en eso de no devolver lo que no les es propio… veo tam-
bién el no querer sentar precedentes de ningún Reino de Pájaro… de nin-
guna Serpiente Alada… remontando vuelo hacia el Infinito.
No contentos con haber destruido la Venecia de América…
también
Queréis borrar de la Memoria mi Imperio Aztlan…
Quinientos años de contradicciones… me/nos acusáis de canibalismo: y
ved como en vuestro Libro… nos habéis obligado a practicarlo…
-“Comed y bebed”…-nos dijisteis- “porque esta es sangre de mi sangre…
y carne de mi carne…”

Y el Pan se transformo en carne de Corazón
Y el Vino en esa sangre derramada de Caín.



No escribo este Libro desde la Historia contada de un derrotado… lo
Escribo desde el Corazón Latiendo Vivo de mi Aztlan, emergiendo de los
abismos del

Inframundo...
Óiganlo gritar, sediento de Justicia negada tantos años…
con el sonido de las ALAS de las miles de gaviotas en la Cueva, esa
misma que perturbáis con tus saltos sin ningún sentido.
¡Oh! Mi potro, llegados: endiosarse quisieron… pero solo querían el
excremento de los dioses. Y eso sin duda: eran.